Tendré q acostúmbrame a vivir con tu ausencia como quien vive
con una enfermedad crónica, con una
espina clavada en la piel.
Algunas enfermedades te lesionan la piel, te duelen en el cuerpo,
y tu a mi me dueles en el alma.
No hay recetas ni tratamientos para los dolores del alma,
porque si hubiese un doctor para los dolores del corazón no tendría turnos hasta
el año 2050…
Nadie puede medir cuanto sufre mi corazón cuando no te tengo,
ni puede imaginar el vacío universal en
el que vivo cuando no estas conmigo.
Por momentos cierro los ojos y me instalo en aquel ultimo
beso, me quedo a vivir en el deseando que nunca se acabe la renta, pero tarde o
temprano me vuelvo a encontrar como un vagabundo sin sueños ni hogar…
Nada más peligroso que vagar en la desolación, en el frío
inmenso de la soledad, en el “after love”, nada más cruel que extrañarte, que imaginarte…
Y seguir así con la realidad mas temida, con la sombra de tu
recuerdo que me persigue a soles y lunas, con el fantasma de lo que fue el amor
después del amor.
Como sea tendré que olvidarte, pero la verdad es mis ganas
de verte me juegan una mala pasada. Es más fácil recordarte y abrazarme a tu recuerdo,
que aceptar el hecho de que estos besos huérfanos nunca encontraran su sitio.
Y aquí me encuentro como cada noche ensayando un adiós, que
siempre es un hasta luego, con la ansiedad de un artista que espera el debut de
su obra. Como la historia que nunca acaba, como el día de la marmota, como
disco rayado, como un juego caprichoso donde te olvido, te pierdo, te encuentro
y te recuerdo.
Donde cada noche
cierro los ojos y te sueño. Y al otro día me despierto esperando dejar atrás lo
que ayer echaba de menos.
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